jueves, 23 de junio de 2011

Mis tardes con Margueritte

Tal vez los hechos novedosos resulten más interesantes que los pasados. Razón lo suficientemente considerable para sostener al mundo del espectáculo, sus carteleras, sus temporadas.

Tal vez los actores famosos y con cierta trayectoria impriman un sello de reconocible calidad a la producción, razón para ser aclamada por la crítica y demás instituciones.

Sin embargo, la vida de los personajes "de novela", o "de teatro" se acerca mucho más al anonimato que al histrionismo. Los personajes más conmovedores de la ficción, suelen ser hombres y mujeres comunes y cotidianos, de hoy y de todos los tiempos. Sus viviencias, sus circunstancias, sus maneras de ver el mundo, son tan particulares que en ellas se refleja el ser humano en su totalidad.
"Mis tardes con Margueritte" es la historia de Germain Chazes, un hombre de 110 kilos, que desconfía de las palabras y vive en una caravana, en el fondo de su casa. Tiene un huerto en el cual cultiva la tierra cosechando distintas verduras que luego vende en una feria pública. Pasa las tardes contando palomas en un parque francés y les pone nombres, para identificarlas. La vida de Chazes transcurre sin más, hasta que un encuentro con una anciana culta, Profesora de Letras, lo introduce en el mundo de la literatura. La relación que se establece, entonces, entre Chazes y las palabras, es de amor-odio. A menudo, agradecerá a los libros la posibilidad de imaginar situaciones pero, también lo veremos intimidado por ellos, al punto de recharzarlos diciendo que "Antes era mejor. Todo confuso. Todo negro." De acuerdo con ello, podemos afirmar que el desafío al saber, es algo a lo que Chazes no estaba acostumbrado. Esclavo de un trauma de la niñez, cuando su profesor del colegio se burlaba de las dificultades de aprendizaje del pequeño Germain, su vínculo con las palabras siempre fue confuso. Hijo de una madre soltera y agresiva, quien, como pudo, crió al niño regordete a golpes físicos y verbales, Germain aprendió a querer y a compartir. Muchas son las tardes en que el protagonista disfruta de un parque francés, acompañado de la presencia y las lecturas de La peste, de Camus, por parte de Margaritte, la anciana, culta y soltera Profesora en Letras.

De nombre Margueritte, con doble "te", porque su padre (según cuenta ella), lo había escrito mal.

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