domingo, 22 de junio de 2014

Arte, trabajo y luz.

Hay una gran verdad instalada en mi cabeza: los trabajos de mis alumnos son brillantes.
Eso es así; por más que traten de ponerle medias tintas. Y ese trabajo, me enorgullece.
Cuando releo el post anterior y descubro insatisfacción, ansiedad y tristeza latentes, me río, pues descubro que, tras mares tormentosos, una instancia de recompensa es posible. En efecto, los resultados -porque se puede hablar en términos de resultados- son positivos.
A menudo me pregunto qué es el éxito. Todos luchan y pelean por él; todos quieren ganar premios, ser los "mejores en". Lamentablemente, es una experiencia que me ha tocado muy de cerca y, a menudo, la vivo como un absurdo. Todos compitiendo por entrar bajo la órbita de la mirada de los críticos, todos juzgando a aquel que se desempeñaba mejor que otro en un hecho estético. Eso es absurdo... Pero ya pasó, y hace tanto. Adiós, trauma. Adiós a la gente exitosa en su soledad, exitosa en su gloria y oro, elementos preciosos y materiales. Adiós, porque te los quitan [gloria y oro] y no sos nada. Nada.
Prefiero ser una persona con heridas a las que cada nueva palabra o cada nueva amistad, cura. Prefiero sentir el calor de la risa y el amor en el cuerpo y en el alma, compartir mi mundo con los que me quieren y protegen, a quienes yo también cuido.
Detesto que me usen. Habla del capitalismo más nefasto.
Debemos pensar en términos de intercambio, quizás, de economía de trueque: te doy algo -amor, una mano, un pan, un abrazo- a cambio de algo idéntico o, al menos, aproximadamente similar.
Detesto la usura... hasta que comprendo la insignificancia de los usureros y su deseo de posesión: objetos, propiedades, gente, dinero. Pero se los quitan y no son nada. Nada. Así que ya no los detesto.
En cambio, los trabajos de mis alumnos son brillantes, con brillo genuino e iluminador; brillo que queremos atrapar en una cajita, para exhibirlo, mostrarlo; con él, dorarnos nuestra propia píldora pero que, sencillamente, es el arte de su creador, su sujeto artista/pensador.
Por suerte, al brillo auténtico nunca nos lo van a quitar.
Luzcámoslo y, sobre todo, agradezcamos tenerlo, porque no todos cuentan con la misma suerte.

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